miércoles, 25 de julio de 2012

San Antonio de Lisboa y Padua (y III)


Ermita de San Antonio de los Portugueses. J. Muperton.


Terminamos el recorrido por los edificios religiosos dedicados a San Antonio de Lisboa y Padua en Madrid con uno ya desaparecido y escenario de numerosos avatares, la Ermita de San Antonio de los Portugueses en el Parque del Retiro.

EL RETIRO

El jardín que embellecía el Palacio Real y Sitio del Buen Retiro fue promovido por el conde-duque de Olivares a partir de 1632. El embrión de este vergel fue un jardín geométrico y un estanque alrededor de la Casa de S.M. en San Jerónimo, al que se le irían adicionando otros a medida que se adquirían las fincas colindantes, por lo que el resultado, como ocurriría con el paralelo conjunto palaciego, sería fruto de la improvisación y la rapidez, sin planificación, caracterizándose por su falta de orden y unidad. No había ejes principales, sino recorridos laberínticos que enlazaban las partes, por lo que éstas se entendían autónomamente, sin referencias a la globalidad.




La principal intervención en los jardines se produjo a partir de 1634 y hasta 1640, dando lugar a jardines más formales, próximos al palacio y rodeados por un gran bosque. Hay en ellos influencia centro-italiana, pero se desconoce su autor. Se considera la supervisión de Crescenzi en el proyecto global y la participación de ingenieros, como el toscano Cosme Lotti, que había trabajado en los jardines del palacio mediceo de Bóboli en Florencia.




Su interior y sus caminos quedaron jalonados por hitos arquitectónicos, lagos, canales, estanques, fuentes, arboledas, jardines y huertas, paseos cubiertos y largas avenidas umbrías, juego de pelota, picadero, casa de fieras, pajarera, embarcaderos e incluso seis ermitas, sus construcciones más características y de origen hispánico, ya desaparecidas, que seguían el modelo del Monasterio de Montserrat.

LAS ERMITAS

Las ermitas estaban dispersas por todo el recinto, diseñadas con planta centralizada y coronadas con un chapitel estilo austria. Estas ermitas cumplían tanto una función religiosa como de escenografía o cierre de perspectiva de los jardines. En el plano de Teixeira se localizan perfectamente las seis ermitas dedicadas a San Isidro, San Pablo, San Juan, San Bruno, "la Madalena" y "los portugueses", señalizadas en el plano con los números 77, 82, 83, 84, 89 y 99, respectivamente.

Una de las más importantes era la de San Juan, ubicada donde hoy se halla la sede del Ayuntamiento. Contaba con un jardín secreto, a la manera de las villas italianas, y tenía adosada la residencia oficial del alcaide, precisamente el conde-duque de Olivares.


Ermita de San Juan en el plano de Teixeira

Entre todas ellas destacaba la ermita de San Pablo, inspirada en el Casino de Pío IV en el Vaticano, era obra de Juan Bautista Crescenzi y la única en un estilo diferente, el manierista italiano.


Ermita de San Pablo en el Retiro. Louis M. Meiner.

Para el interior de esta ermita se encargó al pintor Velázquez el lienzo Encuentro de San Antonio Abad con San Pablo, primer ermitaño




El Estanque Grande de 1634 es, junto al Estanque de las Campanillas, prácticamente el único elemento  que hoy sobrevive del jardín del siglo XVII. Su función era servir como depósito de agua para el riego y ser utilizado en espectáculos teatrales y naumaquias. De él partían dos canales navegables, siendo el principal el del Mallo, que concluía en otro estanque polilobulado, en cuyo centro y en una isla se situaba la ermita de San Antonio de los Portugueses, la última en construir y mayor de todas ellas.

LA ERMITA DE SAN ANTONIO DE LOS PORTUGUESES


Fue construida por Alonso de Carbonell entre 1635 y 1637. Aunque la advocación de la ermita fue la de San Antonio de Padua, vulgarmente se la conoció como San Antonio de los portugueses, ya que su construcción fue financiada por la comunidad portuguesa residente en Madrid, encabezada por el poderoso financiero Manuel Cortizos de Villasante, a instancias del Consejo de Portugal.


Vista del Palacio del Buen Retiro atribuida a Jusepe
 Leonardo con la Ermita de San Antonio de los
 portugueses al fondo, sobre el horizonte.


En cuanto al edificio, San Antonio fue la ermita más grande situada en el Retiro. Construida en ladrillo rojo, destacaba sobre todo su suntuosa portada, compuesta por cuatro columnas de mármol blanco con basas y capiteles de mármol negro, y coronada por una estatua del santo titular. Pero sin ninguna duda, el elemento más peculiar de la ermita era el estanque de perfil polilobular que la rodeaba, el cual, estaba conectado mediante una red de canales con el estanque grande.

Hay que señalar que al estar conectada por un canal asi como poseer estancias de recreo en su parte posterior, como se aprecia con claridad en el plano de Teixeira, servía como escenario de una sofisticada combinación de sacro y profano durante las festividades del santo.







Su estilo se encuadra dentro de la primera corriente del barroco español caracterizada por la austeridad geométrica y espacial derivada del herrerianismo. Los motivos ornamentales eran escasos salvo en los interiores, que eran profusamente decorados. Su torre cuadrangular, rematada con chapitel herreriano, su suntuosa portada y el canal polilobulado que la rodeaba eran sus elementos más notables. Desconocemos los datos sobre su interior aunque es de presumir su planta centralizada y son conocidas las pinturas murales al fresco que Luca Giordano realizó allí en 1699.

Reconstruida por orden de Felipe V tras un incendio sufrido en 1734, fue demolida en 1761 para construir en su lugar, bajo el reinado de Carlos III, la Real Fábrica de Porcelana de la China. Destruida la fábrica durante la guerra de la independencia, Fernando VII acondicionó el lugar instalando una fuente denominada de la China, en recuerdo a la Real Fábrica. Actualmente su lugar lo ocupa la glorieta y estatua del Ángel Caído, obra de Ricardo Bellver.

Plano de las fortificaciones realizadas en la zona durante
 la guerra de la Independencia. 1808-1812.

El concepto de espacio centralizado, el chapitel ochavado y los materiales de la ermita de San Antonio de los Portugueses sirvieron de modelo a Pedro de Ribera para proyectar en 1718 la Ermita de la Virgen del Puerto.




No podemos concluir este recorrido, sin abandonar la Comunidad de Madrid, mencionando  la importante actuación urbanística compuesta por plaza con galería porticada e iglesia dedicada a San Antonio en Aranjuez.

Artículos relacionados:
San Antonio de Lisboa y Padua II
San Antonio de Lisboa y Padua I


FUENTES:
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Urbanity
Memoria de Madrid

BIBLIOGRAFIA:
Velázquez y las ermitas del Buen Retiro. Alfonso Rodríguez. G. de Ceballos.

viernes, 20 de julio de 2012

Manuel Cortizos de Villasante

Los años posteriores a la secesión portuguesa de 1640 no fueron precisamente fáciles para los portugueses naturales de aquella nación que aquí estaban ni para los nacidos en España, sobre todo a partir de 1643. En enero de ese año Felipe IV concedió licencia para retirarse de sus funciones al conde duque de Olivares.


Retrato ecuestre de Felipe IV.
Velazquez. Museo del Prado

Con el conde duque alejado de la política, los cristianos nuevos quedaban sin protección a merced del conservadurismo ancestral que iba a dirigir nuevamente el país. Su política de reformas y relativa tolerancia no le sobrevivió.

Con sus limitaciones, la suya fue una política más práctica, abierta y por lo tanto más libre de prejuicios raciales -posiblemente por sus antecedentes judíos- que la del resto de los españoles y más acorde con los aires que soplaban en Europa impulsando el cambio.



Retrato ecuestre del conde duque de Olivares.
Velazquez. Museo del Prado

A partir de entonces triunfó el partido opositor inmovilista nobiliario que, por su propio nombre, no necesita más presentaciones y el cual representó un duro golpe para una burguesía activa como era la comunidad de cristianos nuevos portugueses que sería más estrictamente perseguida.

Entre 1640 y 1669 fueron juzgados por delito de judaísmo sólo en el Tribunal de Sevilla 441 portugueses, estando entre ellos los más ricos e influyentes hombres de negocios. Pero al portugués más poderoso de España, Manuel Cortizos de Villasante, pese a estar denunciado por judaizante, la Inquisición no llegó nunca a incomodar. Personaje de gran interés para Pessoas en Madrid y vamos a ver porqué.

Manuel Cortizos de Villasante fue asentista, financiero y llegó a tener oficio municipal en Madrid, Toro y Zamora. Uno de sus mayores momentos de gloria le llegó con motivo de la falta de dinero que el ejercito de Felipe IV tenía para combatir la sublebación de Cataluña. El rey escribió desde Zaragoza a la reina, Isabel de Borbón, 
encargándola aplicase toda su fuerza y conducta para juntar lo más que pudiese. 


Retrato ecuestre Isabel de Borbón y Médicis.
Velazquez. Museo del Prado

La reina metió en un cofre de plata todas sus joyas y acompañada de su valido el conde de Castrillo se dirigió en persona a casa de Manuel Cortizos de Villasante. Le ofreció las joyas a cambio de ochocientos mil escudos para podérselos enviar al rey. Cortizos quedó tan conmovido por la humanidad de la reina y tan honrado por el honor de haber pisado su casa que, arrodillándose dijo:

Señora, mi vida, mi honra y mi hacienda, todo es de V.M. ¿Qué joya de más precio ni qué recompensa de más valor, que el haber visto toda la Corte que V.M. ha venido a esta casa?  Vuelva V.M. a Palacio que yo voy en seguimiento suyo.

Y así lo hizo, llevando los ochocientos mil escudos que la reina envió a Zaragoza, recomendando al rey para que honrase a Cortizos por el gran sevicio prestado.

Poco tiempo después, el 2 de junio de 1642 Manuel Cortizos de Villasante sufrió un sonado robo en su casa situada en la calle Ancha de los Peligros, hoy calle Sevilla. Una noche en la que  Cortizos no se encontraba en casa, unos ladrones decidieron desvalijar todos los bienes que en ella había. Para poder entrar en la casa necesitaban arrancar una reja recibida en el muro, con lo que harían mucho ruido. A pesar de ello se las ingeniaron para no despertar a los vecinos. Pusieron dos coches corriendo durante toda la noche, dando vueltas a la manzana. Así consiguieron que el ruido provocado por los caballos disimulase los golpes que los ladrones tenían que dar para sacar la maldita reja. Entraron y desvalijaron todo lo que encontraron de valor, que sería mucho.

Pero el personaje nos interesa especialmente porque fue un destacado constructor y el promotor, entre otros edificios, de la Ermita de San Antonio de los Portugueses (situada en la glorieta donde hoy se encuentra la estatua al Ángel Caído en el parque del Retiro) y que trataremos en el próximo artículo como final de la serie dedicada a San Antonio de Lisboa y Padua.


Ermita de San Antonio de los Portugueses en el plano de Teixeira


Bibliografía:

¿Judíos o Cristianos?. Victoria González de Caldas. Universidad de Sevilla. 2004
Semanario erudito. Tomo Tercero. Antonio Valladares de Sotomayor. Madrid. 1787

miércoles, 11 de julio de 2012

San Antonio de Lisboa y Padua (II)



Continuamos el recorrido por los escenarios mas significativos que Madrid dedica al santo lisboeta y nos encontramos con la Iglesia de San Antonio de los portugueses, posteriormente de los alemanes y denominación actual. Está en el barrio de Malasaña, en la Calle de la Puebla nº 20 esquina con la Corredera Baja de San Pablo.

EXTERIOR

Estamos ante una iglesia de planta ochavada al exterior, con tambor cubierto por un gran chapitel octogonal e irregular como puede apreciarse con extraordinario detalle en el imprescindible plano, más bien perspectiva, del portugués Teixeira.


San Antonio de los portugueses en el plano de Teixeira

La manera en que está cubierto el templo es una de sus curiosidades  y técnica habitual en las iglesias barrocas madrileñas. Se trata en realidad de bóvedas encamonadas, elaboradas con materiales ligeros y baratos como la madera, la pizarra y el yeso. La técnica es la opuesta a la masiva o pétrea empleada en épocas anteriores con mayores recursos económicos como ocurrió en la Basílica del Escorial. Sin embargo, la fórmula no renunciaba a la vistosidad puesto que el interior podía ir decorado, a veces de modo fastuoso como veremos que sucede en este templo.


Esquema en sección de una bóveda encamonada


La Iglesia hace parte de un conjunto que ocupa la manzana completa fundado como Hospital de los portugueses, institución creada en 1606 por Felipe III.

San Antonio de los portugueses se comenzó a construir en 1624 y se concluyó en 1633. La autoría de los planos es del jesuita Pedro Sánchez con la colaboración de Juan Gómez de Mora, bajo la dirección del Maestro de obras Francisco Seseña.

Mariana de Austria, segunda mujer de Felipe IV, lo cedió en 1668, tras la separación del reino portugués, a la comunidad de católicos alemanes muy numerosa entonces. Fue en ese momento cuando se cambió la denominación de la iglesia y hospital, manteniéndose la advocación de San Antonio.



La fachada de ladrillo visto, es obra de Juan Gómez de Mora. Fue restaurada en 1886 por Antonio Ruiz de Salces, dándole un aire neogótico en los recercados de los huecos. Nos recibe una espléndida escultura en piedra de San Antonio, obra del también portugués Manuel Pereira (al que dedicaremos más adelante un artículo) dentro de una hornacina, que remata la portada de lineas sencillas de granito. Nos gusta mucho la expresión de su rostro, con una mezcla de ternura y simpatía ante la contemplación del niño Dios.



Pero la verdadera sorpresa se encuentra al traspasar ese umbral. Nos encontraremos ante un espacio interior que emociona, un gran trampantojo teatral, pensado para el disfrute de los sentidos. Es rotundo, unitario y al mismo tiempo dinámico, características barrocas que parecen corresponderse también con el titular del templo, San Antonio.

INTERIOR

El exterior ochavado no permite adivinar un interior de planta elíptica y abovedada. Sólo hay un precedente en España en la Iglesia del Convento de las Bernardas de Alcalá de Henares que también trazó Juan Gómez de Mora en 1619. Su diseño se basó en la romana Santa Anna dei Palafrenieri que Vignola ideó en 1565.


Iglesia del Convento de las Bernardas. Alcalá de Henares


Santa Anna dei Palafrenieri. Ciudad del Vaticano. Roma

La más conocida de Sant´Andrea al Quirinale de Bernini es de 1658 y por tanto posterior a la madrileña. En este caso, Bernini da una vuelta de tuerca más al dinamismo barroco y presenta el eje menor de la planta elíptica como el eje principal, forzando aún más el juego de perspectiva. A su vez, este templo se inspira en el semiesférico Panteón de Agripa romano, con sus capillas entre contrafuertes.


Sant´Andrea al Quirinale. Roma.


Pero volvamos a Madrid. La exuberancia y calidad decorativa que tiene esta iglesia, la hacen única en el barroco madrileño. Prácticamente desde el suelo, se desarrolla un ciclo pictórico pintado al fresco, dedicado en su mayor parte a San Antonio, que se extiende hasta llegar a la apoteosis de la bóveda con lunetos.




Hacia 1660 Francisco Ricci y Juan Carreño de Miranda pintan la cúpula. El primero con arquitecturas fingidas, técnica introducida aquí por los italianos traídos por Velázquez, Mitelli y Colonna. Entre las columnas salomónicas y los lunetos están representados ocho santos portugueses y escenas de sus vidas. 



Juan Carreño de Miranda realiza en la parte central La Apoteosis Celestial de San Antonio, separada de la escena anterior por un gran entablamento fingido.



A finales del siglo XVII Luca Giordano, el pintor más solicitado en la Europa del momento, restaura las pinturas de la bóveda e introduce elementos barrocos como los fustes salomónicos, antes lisos. Decora los muros curvos con escenas de los populares milagros de San Antonio, simulando grandes tapices sujetos por ángeles y puttis. En la parte inferior se representan reyes europeos del medievo.






El retablo mayor es de mediados del XVIII del arquitecto Miguel Fernández y el escultor Francisco Gutiérrez. La escultura central de San Antonio en madera policromada es obra también de Manuel Pereira.




El espacio interior se completa con seis altares barrocos laterales en hornacinas retranqueadas con pequeños retratos ovales de los Austrias menores y las reinas consortes sobre la clave de las hornacinas.

No existen elementos arquitectónicos o estructuras auxiliares en el espacio interior que modulen el espacio. Esa misión está reservada exclusivamente a la pintura mural que todo lo envuelve. Los altares laterales, los huecos y lunetos sobre ellos están integrados en el conjunto pictórico respetando de esa manera la tensión y el protagonismo del muro curvo continuo y la bóveda dedicadas al santo lisboeta.



LA HERMANDAD

La iglesia pertenece desde el 1700 a la Hermandad del Refugio. Esta institución tenía el compromiso de prestar ayuda a los necesitados de Madrid. Un sacerdote y dos seglares de la hermandad, salían a las calles para buscar mendigos a los que ofrecer agua, pan blanco y un huevo duro. Se conserva todavía la plantilla de madera cuyo agujero servía para desestimar el huevo si por allí entraba, pronunciando la famosa frase: Si pasa, no pasa. Si no pasa, pasa. Lo que indicaba que el huevo era demasiado pequeño para el prestigio de la Hermandad a la que han pertenecido los reyes de España desde siempre, incluidos los actuales.

Artículos relacionados:
San Antonio de Lisboa y Padua (I)
San Antonio de Lisboa y Padua (III)

Fotos:
Filipa Iraizoz Valido-Viegas

Agradecimiento:
A Carlos Osorio, por la magnífica visita guiada que nos ofreció.