lunes, 11 de febrero de 2013

Doña Juana de Avis, reina de Castilla (y II).


La actriz Bárbara Lennie interpretando
a Doña Juana de Avis. Foto: rtve.


¿Que fue lo que pasó realmente nueve meses antes de este ansiado nacimiento? Sólo un simple test de ADN sería capaz de resolver un caso que ningún historiador consiguió descifrar en seis siglos de historia.

Pero hay algunos datos muy esclarecedores que pueden ayudar a inclinar la balanza en uno u otro sentido sobre esta incógnita.

1º. ¿Venganza de la reina por celos?
Retrocedamos siete años al momento en que Juana llegó a la Corte. La nueva reina sufrió el agravio -entre otros- de que, indiferente a su belleza, su voluble marido puso los ojos en una de sus damas, la portuguesa Guiomar de Castro, belíssima e extremadamente sedutora, ambiciosa e intriguista. Esta rival fue apartada a pocas leguas de la corte y finalmente casada con el conde deTreviño.

2º. ¿Hija del favorito? 
Volvamos al Alcázar de Madrid. El 7 de marzo de 1462 la infanta fue bautizada por Carrillo, arzobispo de Toledo, la mayor autoridad eclesiástica de Castilla, en la capilla del Alcázar. Sus padrinos fueron el marqués de Villena y el embajador del rey de Francia. Las madrinas la infanta Isabel y la marquesa de Villena. Eran personajes que, por su importancia, legitimaban el nacimiento... hasta que dos de ellos dejaron de hacerlo: Isabel y Villena.
Dos meses después la pequeña Juana fue jurada princesa heredera de Castilla por parte de los nobles del reino. Aún así, los rumores sobre la paternidad de la princesa se avivaron ante el ascenso a la alta nobleza de Castilla que el rey procuró a Beltrán de la Cueva. Incluso lo casó con una hija del marqués de Santillana, entrando así en el linaje de los Mendoza. ¿Agradecimiento del rey por los servicios prestados o pago por el silencio del favorito?

3º. ¿Hija del rey?
Por otra parte hay documentos que prueban que el matrimonio real estaba siendo tratado de la prolongada infertilidad por el médico judío Samaya Lubel con técnicas de fertilización in vitro ya conocidas entonces, que corrobora la crónica del viajante alemán Jerónimo Münzer. Todo ello explicaría el hecho de encontrarse el rey en Logroño en las probables fechas de la concepción de la princesa Juana.

Si admitimos los dos escenarios simultaneamente, ni la propia reina podría saber a cual de los dos correspondería la paternidad de la infanta. Es probable que esta duda acabase por romper el matrimonio real y... cualquier matrimonio normal.


La princesa Juana, la Beltraneja

LA AMENAZA SOBRE LOS DERECHOS DE SU HIJA

La amenaza eran los medio hermanos del rey e hijos de su prima Isabel de Portugal, Alfonso e Isabel, bajo custodia de la reina. Para apartar a la infanta Isabel del reino, que ya apuntaba maneras, trató dos veces de casarla con su hermano, Alfonso V de Portugal. Aquel proyecto no cuajó, pese al empeño de los hermanos Avis.

Las conjuras entre Villena y Carrillo, partidarios de Alfonso e Isabel, contra el rey, la reina y el favorito se suceden sin éxito hasta que Enrique se aviene a la negociación con los opositores. Estaba en juego, no sólo el heredero de Castilla, sino también el poder de la nobleza para frenar una monarquía que caminaba hacia el poder absoluto.



Enrique IV de León y Castilla. Miniatura
de un manuscrito del viajero alemán
Jörg von Ehingen, circa 1455.

LAS ESTRATEGIAS

Nuevamente entran en juego todas las piezas del ajedrez sobre un tablero peninsular donde no hay fichas blancas ni negras, donde las estrategias cambian constantemente y ...donde dije digo, digo Diego.

Se nombró sucesor al infante Alfonso a cambio de casar a la princesa Juana con él, algunos rebeldes celebraron su coronación en la Farsa de Ávila, hubo adhesiones de grandes señores a la causa de la reina, se sucedieron las custodias de infantes de un bando a otro, hubo muertes providenciales favorables a Isabel, capitulaciones de ciudades, secuestros, infidelidad y nuevo embarazo de la reina con Pedro de Castilla durante su reclusión.

La credibilidad de la reina y su reputación tocaron entonces fondo. Este hecho supuso su caída en desgracia y la separación definitiva del rey. A lo largo de la historia se había consentido la infidelidad del rey e incluso que reinasen sus hijos bastardos pero... nunca de la reina.

Al mismo tiempo, el envenenamiento de Alfonso provocó los Acuerdos de Guisando que proclamaban heredera a la infanta Isabel, con ciertas condiciones que, por supuesto, no se cumplirían más tarde al casarse en secreto con Fernando de Aragón. Nuevo enemigo y nuevo cambio de estrategias...
 

Boda secreta de Isabel y Fernando

Muchos sacaron gran provecho de este juego de alianzas y traiciones, como el conde de Alba a quien el rey hizo duque de Alba, a petición de Villena, para compensar los servicios prestados. O Beltrán de la Cueva, origen del linaje de los Alburquerque, quienes continúan usando el nombre de Beltrán para su primogénito.

FINAL MADRILEÑO

La reina Juana, que en todos esos años había demostrado un gran instinto político, quizá heredado de su madre, se instaló con su hija en el Alcázar de Madrid en 1472, bajo la nueva custodia de Villena. Estaba ya cansada de tantos intentos vanos por hacer valer los derechos de su hija cuando Villena, ya enfermo, aún trama su última jugada para combatir los intereses anexionistas de Isabel y Fernando.

Convence con su proverbial capacidad al hermano de la reina, Alfonso V de Portugal para salir en defensa de la amenazada independencia de Portugal y de su sobrina Juana, casándose con ella y convirtiéndose en el futuro rey de Castilla.

Convence también al rey para volver a Madrid, proclamar finalmente heredera a su hija y defender su reino, hechos que dieron lugar más tarde a la Guerra de Sucesión castellana de 1475 y a la Batalla de Toro . Dicha batalla pudo ser el motivo por el cual los Tapices de Pastrana quedaran en poder de los Mendoza


Detalle de los tapices de Pastrana.

 
La repentina muerte de Villena deja a la reina, paradójicamente, sin el mejor aliado que podía tener en aquel momento. Dos meses después, el 11 de diciembre de 1474 muere Enrique repentinamente en el Alcázar madrileño, envenenado según declaró después su hija y sin testamento conocido que la legitimase.  

Doña Juana se retiró a vivir ejemplarmente en el convento madrileño de San Francisco, en un cuarto sobre la portería, donde murió el 13 de Junio de 1475 con treinta y seis años. Fue la primera reina de Castilla que acabó sus días en Madrid.

Isabel la católica, nueva reina autoproclamada de Castilla, ordenó un año después que sus restos fueran colocados en la capilla mayor de la iglesia dentro de un rico mausoleo de fino alabastro que pertenecía a otro difunto, cuyos huesos fueron sacados de allí para la ocasión.

Su hija Juana se exilió a Portugal, tras la Batalla de Toro y el Tratado de Alcáçovas, de donde nunca pudo regresar. A pesar de considerarse reina de Castilla, por imposición de su tía Isabel, fue tratada simplemente como la Excelente Senhora.


Imagen de Juana la Beltraneja.

En 1760 se demolió la antigua iglesia de San Francisco donde se encontraba la sepultura de la reina Juana de Avis y sus huesos, que estaban cubiertos por un paño en un ataúd de madera, se perdieron, ante la indiferencia general.


Iglesia y Monasterio de San Francisco
en el plano de Teixeira. 1656.


ARTÍCULO RELACIONADO:
Dª Juana de Avis, reina de Castilla (I)



BIBLIOGRAFÍA

Infantas de Portugal, Rainhas em Espanha. Marsilio Cassotti. Ed. A esfera dos livros. 6ª ed. 2012.


De Espanha nem bom vento nem bom casamento. Virginia López. Ed. A esfera dos livros. 2ª ed. 2012.

Mujeres peninsulares entre Portugal y España. María Isabel Barbeito Carneiro. Península. Revista de Estudos Ibéricos. nº 0. 2003. 

7 comentarios:

  1. Hola Antonio,
    ¡Dios mío, qué culebrón! Si el tal Villena se hubiera llamado Carlos Norberto, les hubiera servido a los venezolanos de "prota" para unos mil capítulos o más.
    ¿Seguiremos siendo tan retorcidos e intrigantes?
    Sospechosas muertes del hermano, sobrino, primo,...
    Un abrazo.

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    1. Hola Manuel,
      Mucho me temo que esto de la intriga y la traición es una cuestión endémica pero no creo que sea sólo una "cosa nostra".
      Isabel está rodeada de misterios sin resolver hasta el final. ¡Y todavía hay quien piensa que era santa!
      Abrazos.

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  2. Es tremendo, cuántos intereses, intrigas y, como dice Manuel, conductas sospechosas, por no decir otra cosa.
    Ya te lo dije en el capítulo anterior, creo, pero ¡menudo trabajo, Antonio!
    Gracias y abrazos

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    1. Gracias a ti Mercedes por tener la paciencia de leer el culebrón completo. A mi me ha impresionado el final tan triste y esa indiferencia hasta con sus huesos.
      Un abrazo

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  3. Hola Antonio:

    Excelente trabajo!!! Es increíble tu capacidad para contarlo tan bien y sin apasionamientos. No creo que algún día se llegue a saber la verdadera historia, porque es verdad eso que dicen: la historia siempre la escriben los ganadores. Cualquier posibilidad de averiguar lo que realmente pasó va a tropezar con siglos y siglos de oficialismo y, además en este caso, referido a uno de los grandes nombres de la historia de nuestro país.

    Haciendo historia-ficción, creo que la victoria de Isabel sobre Juana al final lo que hizo fue retrasar la "entrada en escena" de Madrid como centro político.

    Un abrazo y nuevamente felicidades, Jesús

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    1. Hola Jesús,
      No puede ser más acertado tu análisis en cuanto al oficialismo y el peso de los vencedores en la historia. Lo que dices de la entrada en escena de Madrid tiene muchos visos de veracidad teniendo en cuenta que, además, Madrid se unió a la causa de Juana y Alfonso V de Portugal contra la de los Reyes Católicos (pequeño avance de un futuro post).
      Gracias y un abrazo.

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    2. Hay una vieja novela de Carmen de Icaza (?): 'Yo, la Reina' que es como firmba siempre la que "se consideraba reina legítima, contra los derechos de su tía Isabel, la aquí inexactamente descalificada, que la trató con respeto, pero no cedió a sus pretensiones, ilegítimas, no por su intencionadamente cuestionada paternidad, sino por el acuerdo previo que habís cedido a Enrique la corona de su hermana Isabel, pero no la sucesión, que ella recuperaba

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