martes, 18 de febrero de 2014

Cristovão de Moura (y III)



En la entrada anterior vimos cómo por varios motivos todo recuerdo de los Castel Rodrigo llegó a desaparecer de la memoria histórica portuguesa. En Madrid, su patrimonio no corrió la misma suerte que en Portugal pero no dejó de estar rodeado de azar y de algunas incertidumbres...

'Vista de Madrid', de Antón van der Wyngaerde (1561).
Biblioteca Nacional de Viena.


Parece haber desaparecido también de la memoria madrileña la primera casa que los Castel Rodrigo tuvieron en Madrid y que tal vez fuera construida por Cristovão de Moura. En la descripción de la boda de su hija en 1598 con el duque de Alcalá en Madrid se relata que estando el palacio de Moura muy cerca del Alcázar el cortejo entró por la puerta de Segovia, junto al río Manzanares. De la casa se dice que tenía por lo menos dos pisos, accediéndose al noble por una escalera monumental que daba a una gran sala con oratorio anexo y una galería adornada con buenas pinturas donde se realizó el banquete. Estaba en una calle intransitable que las autoridades arreglaron con gran gasto al hacer en su inicio un pozo de recogida de aguas.

Por otro lado, Moura informó poco antes de morir, en carta a D. Pedro de Castilho de 26 de noviembre de 1613, que el rey le obligó a vender su casa madrileña al nuevo valido y sustituto de Lerma, el duque de Uceda, teniendo que alquilar otra. Según Cabrera de Córdoba, paradójicamente, Moura ya no tenía casa propia en esa época, estando alojado desde febrero de 1610 en las casas de D. Pedro de Porras frente a Santa María, casas que también compró Uceda en 1613.



Tal vez fue en esas casas donde Moura vivió los últimos tres años de su vida donde después el duque de Uceda construyó su conocido palacio a partir de 1613. Hay otra carta de D. Alonso de Velasco, embajador en Londres recién llegado a Madrid, a D. Diego Sarmiento de Acuña de fecha 1 de enero de 1614 que corrobora la sorprendente situación de Cristovão de Moura cuando, al acudir a su entierro el 27 de diciembre de 1613 en Madrid, se dirigió a Juan de Idiaquez, amigo del fallecido durante más de cincuenta años, para lamentar que sólo le habría faltado morir en su casa para terminar feliz su carrera.

 D. Manuel de Moura, por Diego de Velázquez. 
Madrid. Col. particular. Foto: Paulo Varela Gomes.

Manuel de Moura y Corte Real (1590-1651), II marqués de Castel Rodrigo y I conde de Lumiares, siguió los pasos de su padre en el arte de la diplomacia al entrar al servicio del príncipe de Asturias en 1615. Se casó con Leonor de Melo. A partir de 1621 tuvo que lidiar con el conde-duque de Olivares, favorito de Felipe IV hasta que fue enviado como embajador a Roma en 1632 donde se hará benefactor de Borromini. Tras la secesión de Portugal, entre 1642 y 1647 fue enviado en misión diplomática a la corte de Viena y a Bruselas como gobernador de Flandes, regresando a Madrid como Mayordomo Mayor hasta su muerte en 1651, a los 61 años de edad. 

La muestra El Madrid de Velázquez y Calderón sitúa el palacio de Manuel de Moura, en 1656sobre parte del gran solar donde mas tarde se construiría el Palacio de Liria. Hechas las comprobaciones oportunas, no hay rastro alguno de la venta de este solar por parte de los herederos de Manuel de Moura  a Jacobo Fitz-James Stuart y Colón de Portugal, III duque de Liria, quien comenzó a construir su palacio en 1762 por lo que no damos excesivo crédito a esta localización.


Supuesto palacio del Manuel de Moura Corte Real entre
las calles de S. Joaquín y S. Benito. P. Teixeira. 1656.

De lo que si hay registro documental es del pago que hizo, durante su embajada romana, de las obras de modernización del convento de S. Carlino alle Quatro Fontane en 1634. Las obras las dirigía un todavía desconocido Francesco Borromini al que descubrió y patrocinó al igual que ya lo hizo en 1633 con las obras del convento de S. Isidro del Pincio. Manuel de Moura no dudó en encargar entonces los planos del panteón familiar para el convento lisboeta de S. Bento a tan prometedor artista (ver a este respecto la última actualización de la entrada anterior).

Durante los años de su embajada en Roma compró para el Palacio del Buen Retiro la colección de obras de Claudio de Lorena y Nicolás Poussin, habiendo constancia de que a su regreso de Roma trajo diecisiete cajones de cuadros.

Un cambio de nombre hizo desaparecer de la memoria madrileña otro patrocinio de Manuel de Moura en 1624 como es el del madrileño Hospital e Iglesia de San Antonio de los Portugueses y que en 1668 pasó a denominarse, indebidamente, de los alemanes.




LA QUINTA DE LA FLORIDA

Esta quinta fue para los Castel Rodrigo en Madrid lo que la de Queluz había representado para ellos en Lisboa hasta la secesión de Portugal en 1640, la casa de campo a la que ya no podían ir. Fue la gran obra de Francisco de Moura y Corte Real (1610-1675), III marqués de Castel Rodrigo y II conde de Lumiares, quien la compró en 1646 todavía en vida de su padre. Un año después viajó, al igual que su antecesor, a Viena como embajador de Felipe IV. Fue vicerrey de Cerdeña, de Cataluña y gobernador de Flandes hasta 1668. Se casó en Roma con Ana María de Moncada de Aragón y de la Cerda.


Retrato anónimo de Francisco de Moura Corte Real. 
Madrid. Col. particular. Foto: Mª Teresa Fdez. Talaya

La primera representación de la finca es de 1561. El las famosas "Vistas de Madrid" se puede observar, a la izquierda del alcázar, unas edificaciones rurales sobre la colina, al otro lado del arroyo de Leganitos. Esta finca pasaría a ser propiedad de marqués de Auñón en 1613.
Fragmento de 'Vista de Madrid', 1561.

Podemos ver la quinta de La Florida mas definida ya en el plano de Mancelli de 1622 y en ella se aprecia un núcleo esencial ya construido con patio ajardinado, ermita, huerta y cercado propiedad entonces de D. Bernardo de Rojas y Sandoval, cardenal de Toledo y tío del duque de Lerma a quien la donó en 1617. Este también la cedió a la Casa profesa de la Compañía de Jesús de la Villa en 1624 cuyo prepósito, el P. Albornoz, la vendió a D. Gabriel Ortiz, obispo de Badajoz en 1625 por 16.700 ducados. Se sucedieron varias
transmisiones hasta que la hija del IV marqués de Camarasa la vendió en 1646 a Francisco de Moura por 14.000 ducados



En 1656 aparece de nuevo representada en el plano de Teixeira, nueve años después de su última compra, habiendo sufrido una gran transformación al pasar de casa noble a villa suburbana.


Aparece un jardín más formal rodeado por arquerías, parterres y fuentes. Teixeira hace desaparecer el edificio principal lo que nos hace pensar que la representación está incompleta o que en ese momento Francisco de Moura mandó demoler el antiguo edificio para construir el nuevo palacio. Pero la novedad está ahora en el eje del jardín rematado en un ninfeo con una clara influencia de las villas italianas del siglo XVII.

Entre 1657 y 1669 el III marqués de Castel Rodrigo compagina sus destinos diplomáticos con las sucesivas compras de las casas y huertas vecinas de la Buitrera, de Muriel y las que fueron de la marquesa de Villahermosa cercanas a la fuente y puente de Leganitos. En 1674, un año antes de morir, compró las huertas llamadas de las Minillas y al año siguiente completó la finca con la compra de la huerta y casas de Molino quemado.

Leonor de Moura y de Aragón, IV marquesa de Castel Rodrigo abrió en las casas que daban a la plaza de los afligidos (actual calle de la Princesa) la capilla de la Concepción en 1689, denominada de la Cara de Dios, cuya reliquia se encuentra actualmente en la cercana iglesia de S. Marcos.

En la conocida representación de la Finca de la Florida del Museo de Historia de Madrid, copia del original existente en la colección de Villa Mombello (casa de los Pío de Saboya situada en Imbersago, cerca del lago de Como) ya se ven muy claramente todas sus características italianizantes.


Finca de la Florida, copia del Museo de Historia de Madrid

El nuevo palacio aparece ahora con dos alas simétricas retranqueadas en relación al edificio central, teniendo el ala Sur un patio cerrado por detrás mientras que el ala Norte está todavía en construcción. Hacia levante, por detrás del cuerpo central, se ve un gran jardín de parterres cerrado entre muros y dividido en dos terrazas mediante una gran escalera de doble tramo sobre una gruta. Varias salas del palacio fueron pintadas por Francisco Ricci.

Frente al palacio se mantiene el jardín formal con la antigua entrada ladeada a través de un patio pero surge un nuevo acceso frontal de forma elíptica frente a una portada paladiana de piedra blanca y orden rústico de acuerdo a la tipología de villa campestre. Decenas de estatuas sobre altos pedestales decoran el espacio de ingreso al palacio y el jardín cerrado posterior. Hay un ninfeo rematando todo el eje central, fuentes exentas y adosadas a los muros de los jardines y espadañas marcando el eje de las fachadas.

Estos elementos se alejan mucho de la configuración clásica del palacio español de los Austrias, de planta rectangular y torreones de esquina con chapitel, introduciendo precozmente la tipología del palacio barroco romano que popularizarían Juvara y Sachetti casi un siglo después.

Leonor de Moura y Aragón, muerta sin descendencia en 1706, le sucedió su hermana Juana, casada con Guglielmo Pío, II príncipe di San Gregorio y a esta su hijo Francisco Pío de Saboya, VI marqués de Castel Rodrigo, quien habitó el palacio de sus abuelos, junto a su esposa, Juana de Spínola Colonna, hija del duque de Sesto, hasta que murió ahogado por las aguas que inundaron la casa de campo del conde de Oñate, junto a Recoletos, la noche del 15 de septiembre de 1723.


Michel-Ange Houasse, Vista de Madrid con domador de pájaros.
1715-1730. Patrimonio Nacional. Palacio de la Granja de San Ildefonso.
En segundo plano, el palacio de la Florida.

Quedó como propietario de La Florida, de la Montaña del Príncipe Pío y del Patronato de la capilla de la Concepción, su primogénito Gisberto Pío de Saboya y Spínola, VII marqués de Castel Rodrigo. Es la época de la Planimetría de 1750 y del plano de Espinosa de los Monteros de 1769 donde podemos ver La Florida en su máximo apogeo. Se trata de la manzana 557 y como vemos ocuparía actualmente el área delimitada por la calle de Quintana prolongándose en linea recta hasta el paseo de la Florida, el mismo paseo, la cuesta de San Vicente y la calle de la Princesa.


Plano de Madrid de Espinosa de los Monteros. 1769.

En 1776 muere el VII marqués de Castel Rodrigo sin descendencia y le sucede su hermana mayor, Isabel María Pío de Saboya Spínola, VIII marquesa de Castel Rodrigo, quien el 7 de julio de 1792 firmó la sentencia de muerte de La Florida al otorgar su venta al rey Carlos IV por 1.900.000 reales, constituyendo el germen del Real Sitio de La Florida al integrarse con La Moncloa. Tras ser arrasado el Sitio, al igual que el Buen Retiro, por la invasión napoleónica de 1808 pasó a ser conocida como la Montaña del príncipe Pío hasta convertirse en parte del actual barrio de Argüelles. 

En 1792 y coincidiendo con las reformas urbanísticas de la zona se construyó la tercera y definitiva ermita de San Antonio de la Florida, en el paseo de La Florida, en la falda de la montaña del príncipe Pío y cerca de la actual estación del Norte o del Príncipe Pío. Topónimos que han quedado, en recuerdo de los Castel Rodrigoen la memoria de Madrid.


Fragmento de la Finca de la Florida.



ARTÍCULOS RELACIONADOS:



AGRADECIMIENTO

A Mercedes Gómez, autora del blog Arte en Madrid, por su ayuda en el esclarecimiento de algunos datos.


BIBLIOGRAFÍA


- Damnatio Memoriæ. A arquitectura dos marqueses de Castelo Rodrigo. Paulo Varela Gomes, in ARTE Y DIPLOMACIA de la Monarquía Hispánica en el siglo XVII, dirigido por José Luis Colomer. CEEH, 2003.

- LA MONTAÑA DEL PRINCIPE PIO Y SUS ALREDEDORES (1565-1907). Agustín Gómez Iglesias, in Revista VILLA DE MADRID, nº 25.
- El nacimiento de un barrio burgués. Argüelles en el siglo XIX. Alicia Díez de Baldeón García
- El Real Sitio de La Florida y La Moncloa. Evolución histórica y artística de un lugar madrileño. Mª Teresa Fernández Talaya. Fundación Cajamadrid, Madrid, 1999.

10 comentarios:

  1. Antonio, por fin has satisfecho nuestra curiosidad.
    La espera ha merecido la pena.
    Enhorabuena
    Rafael

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Rafael, me alegro de que te haya gustado. No se si los Moura y el trabajo que han dado son los responsables pero hoy he amanecido con una conjuntivitis importante ;)
      Un abrazo

      Eliminar
  2. Hola Antonio, después de tanto trabajo y como era de esperar, como cierre a la serie te ha salido un artículo fantástico.
    Interesantísimos tus apuntes sobre la primera casa de Cristovao de Moura y su último alojamiento… ¡a ver si más adelante hay una 4ª parte!
    Maravillosa tu descripción de la Florida, y muy interesante tu apreciación sobre su estilo de precoz barroco italiano.
    En fin, te agradezco mucho el “agradecimiento”, pero no hay de qué, ha sido un placer, como siempre, “charlar” contigo sobre estas cosas. Y por supuesto gracias por el enlace.
    Un abrazo

    PD: y ¡cuídate!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mercedes, gracias a ti por tu disponibilidad. Da tranquilidad saber que, ante la duda, Mercedes tiene datos mas precisos ¿No has pensado en abrir tu biblioteca a módico precio para investigadores ? Ahora en serio, hay 4ª parte pero con otro título que está estrechamente ligado al tema. Hoy hice una consulta al catedrático de Hª moderna de la complu y, me conteste o no, la publicaré.
      Un abrazo

      Eliminar
  3. Hola Antonio:
    Imagino que habrá sido un trabajo duro e intenso, pero el esfuerzo de investigación y documentación realizado ha dado como resultado un reportaje excepcional, de esos que hacen época. Enhorabuena y gracias por obsequiarnos con toda esta información. Además, has bordado la descripción arquitectónica y paisajística de La Florida.

    Un abrazo, Jesús

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Jesús, por falta de tiempo y medios quedan cosas en el tintero como el alcance del patrocinio del II marqués en S. Antonio de los portugueses y su verdadera casa. Sobre el palacio de la Florida he leído opiniones de lo más variadas pero me ratifico en lo de adelantado a su tiempo y los aires romanos traídos, sin duda, de las embajadas de los Moura.
      Gracias a ti por tus amables palabras y un abrazo

      Eliminar
  4. Hola Antonio:
    ¡ Menudo estudio interesante y complejo sobre el ibérico Cristovao de Moura !. Yo, - que estoy muy poco versada en la materia arquitectónica y confieso que me queda otro repaso -, he tenido mucho gusto de conocerle gracias a ti.
    ¡ A cuidarse esa conjuntivitis !.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Teresa,
      ¿Verdad que es un personaje interesante? Creo que le tocó vivir en un momento muy difícil. A pesar de todo creo que fue un gran trabajador, mucho mayor que lo que se estilaba entonces.
      Si sigo mal, iré a urgencias y digo: Tengo bloguitis, pantallitis, perdón, conjuntivitis aguda ;)
      Muchas gracias y un abrazo

      Eliminar
  5. Hola Antonio. Ahora que vuelvo a estar "en órbita", me encuentro estos post tuyos sobre este personaje. Se juntan en esta persona, su particular historia familiar, con la época vivida. Magníficos aportes históricos, en forma gráfica, que nos muestran la fisonomía de una de las fincas madrileñas importantes.
    Excelente trabajo y un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola José,
      Me alegro que estés de vuelta y "en órbita". Muchas gracias por tu análisis del personaje. Un tema complicado y extensísimo pues su familia abarca varios siglos de historia de España.
      Un abrazo

      Eliminar