martes, 5 de marzo de 2013

Dª. María Isabel de Braganza (I)

 
Retrato de Dª Mª Isabel de Braganza.
Vicente López Portaña. 1821.
 Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Foto: Pessoas en Madrid
 

María Isabel de Braganza nació el 19 de Mayo de 1797 en el Palacio de Queluz, hija de D. João VI, príncipe regente de Portugal y de la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hija mayor de Carlos IV.

El matrimonio de sus padres, convenido para restablecer las relaciones entre ambos países, fue un tremendo fracaso en el aspecto personal. Sus personalidades totalmente opuestas generarían un conflicto permanente (en donde hubo lugar a la conspiración y a la traición por parte de Carlota Joaquina) que acabó por repercutir en el destino de sus hijos. Dos de ellos, Pedro y Miguel, abanderando respectivamente el liberalismo y el absolutismo, lucharon más tarde entre si por el trono llevando a Portugal a una cruenta y prolongada guerra civil.


D. João VI de Portugal y Carlota Joaquina de Borbón. 

A pesar de constituir un matrimonio mal avenido, los padres de Isabel tuvieron 9 hijos que garantizaban la sucesión, aunque hubiera dudas sobre la legitimidad de varios de ellos. No en vano, el último de los hermanos de Carlota Joaquina, tenía un parecido extraordinario con el amante de su madre, Godoy.

La infanta Isabel, educada por maestros próximos a la Compañía de Jesús, manifestó desde pequeña una especial sensibilidad artística por la pintura, recibiendo también clases del pintor Domingos António de Sequeira, equiparado por algunos a Tiziano.

Isabel acusó en su salud el conflicto público entre sus padres, que se separaron en 1806, quedando afectada de una ligera epilepsia.


Embarque del Principe Regente D. Joao VI para Brasil.
Gianni, Giuseppe. 1830

El 27 de Noviembre de 1807 sus padres se tuvieron que reunir, obligados por las circunstancias, para embarcarse en 14 navíos con la reina Dª María I y toda la corte a Brasil ante la invasión napoleónica de Portugal. El matrimonio viajó en navíos separados y dos meses después hicieron escala en San Salvador de Bahía. Isabel se convertirá más tarde en el único miembro de la realeza española, hasta 1910, que haya estado en las Indias.


Llegada de D. João VI a Brasil.

Continuando a su destino final, desembarcaron en Río de Janeiro el 8 de Marzo de 1808. Tras un periodo de residencia provisional en el palacio del Gobernador, sus padres volvieron a separarse e Isabel y sus hermanas quedaron  instaladas en dos haciendas con su madre, que detestó desde el primer momento estar en Brasil.


Aspecto de la calle principal de Río de Janeiro en 1818.
 Thomas Ender
 


Con el regreso triunfal de Fernando VII a España y la restauración de los borbones, en 1814 Carlota Joaquina recibió una carta de su hermano pidiendo la mano de sus sobrinas, la de Isabel para él y la de María Francisca para su hermano Carlos María Isidro.

La alianza resultaba conveniente para unir los intereses de ambas monarquías y hacer frente a la onda independentista que comenzaba a azotar las colonias americanas. Así, el 22 de Febrero de 1816 se firmaron las capitulaciones matrimoniales, pocos días después murió la reina Dª María I y el 22 de Marzo las infantas se despidieron de sus padres ya convertidos en reyes.

Isabel era poco agraciada físicamente. Con diecinueve años estaba dotada de un temperamento dócil, romántico y cándido como se muestra claramente en la carta que escribe, poco antes de embarcar, a su tío y prometido Fernando:
 




Mis deseos son sólo conocerte y agradarte, y si tuviera que soportar tus impertinencias, se que serán justas y que no serán en vano. Gracias por tu predilección por mi, mi único pensamiento es entregarte mi corazón, que sin duda fue creado para el tuyo.
 
Busto de Mª Isabel de Braganza.
José Ginés. Mármol. 2ª mitad s. XIX.
 Museo de la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando. Foto: Pessoas en Madrid.

Al contrario, su hermana María Francisca, de sólo quince años, era el polo opuesto tanto física como anímicamente. Alta, elegante, amante de la equitación y la caza, tenía un carácter extrovertido y dominante, como el de la madre.
El viaje a España fue muy accidentado, tardando cinco meses en llegar a Cadiz. Antes de desembarcar fueron desposadas, por poderes, por el duque del Infantado. Después de una comida de gala, desembarcó la nueva reina de España con su hermana y se dirigieron a la catedral donde fue entonado un Te Deum.

El recorrido hacia Madrid estuvo jalonado por gritos de júbilo y vítores hacia ella por todas las ciudades por donde pasaba. Había corrido el rumor de la petición que hizo nada más desembarcar de que no se realizasen festejos en su honor ni gasto alguno que agravase la situación del pueblo, considerando que el escaso dinero disponible se empleara en la reconstrucción de un país asolado por las guerras.

El 28 de septiembre de 1816, media legua antes de llegar a Madrid, la comitiva real se detuvo. Allí les esperaban el rey y su hermano. Isabel debía estar ansiosa por conocer a su marido en persona. Fernando tenía treinta y dos años, trece más que ella y a su aspecto, nada elegante, le encajaba perfectamente el mote castizo de "manolo".


Retrato de Fernando VII.
Vicente López Portaña. 1821.
Museo del Prado.
Isabel había oído hablar a su madre de cómo conspiró su hermano Fernando para quedarse con el trono de sus padres, la posterior abdicación de estos y de cómo tuvo que desterrarse después a Francia tras la invasión napoleónica. Ya hacía dos años que, en el primer pronunciamiento en España, derogó la constitución liberal con sangrienta persecución para volver al absolutismo.

Pero para la nueva reina de España, consciente de que su misión era darle un heredero, todo aquello revestía poca importancia y, al contrario que su hermana, nunca se interesó por la política y mucho menos por la intriga. No sabía dónde se había metido, si bien el ambiente le resultaba familiar después de haber convivido 19 años con una madre, y ahora también cuñada, déspota y libertina.


Busto de Fernando VII. Francisco Elías Vallejo.
 Mármol. 2ª mitad s. XIX. Museo de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando.
 


Artículos relacionados:

Dª María Isabel de Braganza (II)
Dª María Isabel de Braganza (III)

BIBLIOGRAFÍA

Infantas de Portugal, Rainhas em Espanha. Marsilio Cassotti. Ed. A esfera dos livros. 6ª ed. 2012.

11 comentarios:

  1. Hola Antonio:

    Estoy intrigado con ese destino español de la cándida y romántica Isabel de Braganza, seguro que no le depara nada bueno, conociendo la calaña de Fernando VII y los numerosos conflictos que padecía entonces en nuestro país.

    Me quedo con esta frase, que me ha sorprendido muchísimo: Isabel de Braganza fue el único miembro de la realeza española que, hasta 1910, estuvo en las Indias. Desconocía este dato, que me deja perplejo. No digo ya el rey, ¿pero ningún príncipe, infante o cualquier otro miembro de la realeza tuvo la dignidad de recorrerse "su" imperio?

    Muy buen artículo. Un abrazo, Jesús

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    1. En efecto, no la esperaba casi nada bueno.
      La fecha de 1910 si que es un poco rara porque para entonces que no quedaba ninguna colonia americana. Sólo he encontrado un viaje de la infanta Eulalia de Borbón a América en 1893.
      Gracias Jesús y un abrazo.

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  2. Hola Antonio,
    Es increíble la facilidad que siempre ha tenido la Corte para huir de la quema en momentos delicados y dejar al pueblo dándose de tortazos...y encima a su regreso les vitorean.
    ¿Poco agraciada?, muy benévolo has sido con Mª Isabel.
    Otro sobresaliente para ti con este post.
    Un abrazo.

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    1. Hola Manuel,
      Es verdad lo que dices. En el caso de los Braganza, le vino bien a Pedro, el hermano de Isabel que en Brasil se contagió de los aires liberales y constitucionalistas de la época. Luego puso firme a su hermano en Portugal y fue candidato de Juan A. Mendizábal para el trono español, que rechazó.
      En el fondo, estos poco agraciados Isabel y Fernando hacían buena pareja, jeje.
      Muchas gracias y un abrazo.

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  3. Fantástico artículo, Antonio, y bien contado. Como siempre te digo me estás descubriendo los "entresijos" de algunos personajes históricos.
    Pobrecita Isabel. En algunos aspectos fue una persona importante, sobre todo para nuestra cultura.
    Felicidades y abrazos

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    1. Muchas gracias Mercedes,
      Inspira cierta ternura y, en efecto, fue decisiva para nuestra cultura. Pero eso lo veremos en la 2ª parte.
      Abrazos.

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  4. Que post tan interesante, me encanta leer sobre personajes que tienen que ver con nuestra historia. Te felicito. Espero la segunda parte.

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    1. Muchas gracias Bélok,
      Me alegro de leer comentarios así. Verás cómo la segunda parte no se queda atrás.
      Un abrazo.

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  5. Antonio este blog que relaciona España con nuestra vecina Portugal me parece un gran acierto y he inciado su lectura...empezando por esta Reina que cuenta con todas mis simpatías y compasión por su triste e injusto destino. Muy bien esta primera parte y paso rápido a la segunda.

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    1. Hola María Rosa, bienvenida al blog. Has empezado muy bien por Isabel de Braganza, entrañable donde las haya.
      Muchas gracias y un saludo

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  6. : La escuadra del Tajo. Un acercamiento a la biografía psicopatológica de Fernando VI
    Autor: José Luis Sújar Romero
    Edita: Ediciones El Almendro de Córdoba
    Año: 2016
    Páginas: 93
    Dimensiones: 21×15 cm
    ISBN: 978-84-8005-220-7

    En esta novela de psicohistoria —tercera de una saga— el autor trata de acercarse a la “psicobiografía” del rey Fernando VI: un soberano prudente y justo, sometido y manejado por su madrastra —“la Parmesana”—, reina ambiciosa y astuta, cuyo afecto dirigió únicamente a los de su propia sangre.

    Melómano y amigo de nuevos sabores, la predisposición genética del “rey prudente” hacia los “vapores melancólicos”, junto con la pérdida de su amada esposa —doña Bárbara de Braganza—, le condujeron hasta la demencia y, al final de sus días, al encierro en el castillo de Villaviciosa de Odón. A pesar de todo ello, y gracias a la inestimable ayuda de su protomédico y amigo, don José de Córdoba, fue capaz de gobernar en paz con todos y de sanear, en buena medida, las arcas del reino.

    El lector se va a encontrar en este libro con una aventura de imaginación, sin rigor histórico desmedido, y con más de una licencia para posibilitar el acercamiento hacia la medicina de la época; sin necesidad de abandonar la parte novelesca, basada en cierto documentalismo más o menos fidedigno.

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