martes, 16 de septiembre de 2014

D. Manuel II, el último rey de Portugal (I)

D. Manuel II de Portugal

El 1 de Febrero de 1908, al regreso de una estancia en el Palacio real de Vila Viçosa, el rey D. Carlos y el príncipe heredero D. Luis Filipe, son asesinados en plena Plaza del Comercio. De una tacada, Costa y Buiça, decapitaban la monarquía portuguesa, dejando el trono en manos de un poco preparado D. Manuel sin capacidad ni margen de maniobra para gestionar una situación política explosiva que llevaría a la caída de la monarquía y a la implantación de la República el 5 de octubre de 1910.


El regicidio se puede ver en esta dramatización cuyos hechos se desarrollaron así:

En la popular Plaza del Comercio de Lisboa, junto al imponente río Tajo, una multitud se agolpa para saludar al paso del carruaje real. Va descubierto y sin demasiada escolta para aparentar normalidad. De pronto, empiezan los tiros. El rey D. Carlos I recibe un impacto en el cuello y fallece en el acto. Su primogénito y heredero al trono, D. Luis Felipe, es mortalmente herido. La reina Dª Amelia, de pie en el carruaje, trata de defenderse golpeando con un ramo que ha recibido momentos antes. Dos de los atacantes, republicanos radicales miembros de la sociedad secreta Carbonaria, también fallecen en el intercambio de disparos. El segundo en la línea sucesoria, D. Manuel, es herido en un brazo. La muerte de su padre y hermano le convierten en rey. El último de Portugal.

El 21 de mayo de 1908, casi cuatro meses después del regicidio, el entonces rey D. Manuel II describió la forma como vivió este trágico acontecimiento, con el título de Notas absolutamente íntimas, cuyas últimas líneas dicen:

(...) Salimos de la estación bastante despacio. Mi madre iba hablándome cuando se escuchó el primer disparo en el Terreiro do Paço que yo no oí: era sin duda la señal, la señal para comenzar aquella monstruosidad infame, porque se puede decir y digo que fue la señal para empezar la cacería. Fue lo mismo que se hace en una cacería de fieras: se sabe seguro que tienen que pasar por un camino y cuando entran en ese camino se da la señal y comienza el fuego. ¡Infames! Yo estaba mirando hacia el lado de la estatua de D. José y vi un hombre de barba negra con un gran gabán. Vi a ese hombre abrir la capa y sacar una carabina. Estaba tan lejos de pensar en un horror de estos que me dije para mi mismo, sabiendo el estado de agitación en estaba todo, "qué broma más pesada". El hombre salió de la acera y vino por detrás del coche y comenzó a disparar. Cuando vi al tal hombre de barba negra, cuya cara daba miedo, apuntar sobre el carruaje me di cuenta, infelizmente, de lo que pasaba. ¡Dios mío qué horror!. Lo que entonces pasó sólo Dios, mi madre y yo sabemos. (...) 

Sin demasiado tiempo para asimilar la tragedia y con tan solo 18 años D. Manuel II asumió la Corona lusa. El joven monarca debía afrontar la profunda crisis social que asolaba al país, el descrédito de la clase política, tradicional sostén de la monarquía, las constantes amenazas de golpes de Estado y los problemas derivados de las colonias africanas.



En los dos años de su reinado, D. Manuel II demostró que carecía del carácter enérgico y la diplomacia de su padre, lo que agravó la inestabilidad. En tan corto espacio de tiempo se formaron siete gobiernos. Estos vaivenes y cuitas internas de los partidos monárquicos contrastaban con la organización y determinación de los republicanos. El descontento en la calle se acrecentó y preparó el camino para una revolución de la que se van a cumplir 104 años.

En noviembre de 1909 D. Manuel II visitó Madrid, figurando entre sus acompañantes  Joaquín de Arteaga y Echagüe, marqués de Santillana. Los revolucionarios interpretaron el motivo del viaje como una búsqueda de apoyo armado con el fin de sostener la vacilante monarquía... 



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Fuentes:

História Aberta.
Recuerdos portugueses en Madrid. José María Sanz García. Instituto de Estudios Madrileños. 1992.  

8 comentarios:

  1. Hola Antonio:
    Trágica historia la de este joven rey, aunque yo creo que, más allá de su debilidad o de su escasa preparación, la monarquía no hubiese pervivido en Portugal. Era el signo de los nuevos y revolucionarios tiempos.

    Esperamos la siguiente entrega. Un abrazo, Jesús

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    1. Hola Jesús, totalmente de acuerdo, era la crónica de una "caída" anunciada después de bancarrotas, excesos, desigualdades, etc.

      P.d. Puse al final un enlace con el marqués de Santillana, relacionado con la visita del rey y con esa torre isabelina/manuelina de su presa que nos mostraste.
      Un abrazo

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    2. Muchas gracias!!! No me había dado cuenta. Abrazos, Jesús

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    3. ¿Le enseñaría el marqués al joven rey de Portugal la torre de la presa que tanto recuerda a la torre de Belem? Quien sabe...
      Un abrazo

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  2. Hola, Antonio, leyendo tus espléndidos artículos (¡qué bien escribes!), me doy cuenta de lo poco que conozco la historia de Portugal, menos mal que eso se va arreglando gracias a ti...
    Es tremendo comprobar cómo la historia va transcurriendo y dependiendo de sucesos trágicos. Como dice Jesús, esperamos la segunda entrega.
    Abrazos

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    1. Hola Mercedes, gracias por lo que me toca en lo relativo a dar a conocer la historia de Portugal. Lo gracioso es que hasta hace pocos años yo tenía ese mismo sentimiento.
      El comienzo del siglo XX no pudo ser mas agitado para muchas monarquías y lo que vino después...
      Un abrazo

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  3. Hola, Antonio. Van algunas reflexiones sobre el regicidio de 1908 y sus repercusiones.
    Desde 1914, ya implantada la República, los autores materiales del atentado tuvieron un mausoleo en un cementerio de Lisboa como “liberadores de la patria portuguesa”, aunque el monumento fue desmantelado en 1940 durante la época salazarista aduciendo la poco creíble causa de que interrupía el tránsito. El pasado 31 de enero una asociación republicana y laicista rendía homenaje a los regicidas, e incluso ha solicitado al ayuntamiento de Lisboa que se reponga el mausoleo. Hace unos años podíamos encontrar webs que recuerdan el hecho, y solían añadir unas palabras del conocido historiador Guerra Junqueiro, republicano y anticlerical, en el sentido de que si aquello fue un crimen, un crimen mayor es la tiranía. Vemos que la apología del “tiranicidio” no es cosa del ayer y que actualmente, como en aquel entonces, existen todavía quienes creen que el mejor de los mundos llegará cuando se sacrifiquen víctimas propiciatorias. La mayoría de las veces reconocerán que es un hecho lamentable pero necesario. Pero lo único cierto es que los que asesinan, no han matado ninguna idea ni ninguna estructura política o social. Simplemente han matado hombres.
    Por cierto, espero en la segunda entrega alguna información sobre las circunstancias de la muerte de Don Manuel II en Inglaterra en 1932. Yo no tengo demasiada.
    Un abrazo

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    1. Hola Antonio, muchas gracias por las mas que acertadas y compartidas reflexiones sobre el regicidio. Alucino con lo del mausoleo, es como si alguien propusiera montarle uno a Mateo Morral, aunque aquí ya tenemos experiencias similares con ciertos "patriotas" vascos en los nombres de las calles. Sobre la muerte de D. Manuel en Inglaterra sólo se que ocurrió a edad muy temprana. Veré si encuentro más datos.
      Un abrazo

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